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LA LEY DE LOS SIETES DE SIETE

La vida no tiene ningún propósito ni finalidad. Ella misma es su propio propósito y finalidad: ser vivida en infinidad de formas, a través de la vasta manifestación desplegada. Por tanto no hay seres vivos más importantes y trascendentes o menos importantes y trascendentes. Todos cumplen con su función vital. 



   La vida simplemente surge con espontaneidad en la Nada del Vacío para simular un llenado temporal. Por tanto la vida solo es una simulación virtual. Acontece mediante un despliegue autodesarrollado en sucesos que tienen lugar dentro de un espacio-tiempo, hasta que se repliega sobre sí misma autodestruyéndose. 



   No existe entidad metafísica superior ni consciencia y/o inteligencia con voluntad personal que participe de manera alguna en la construcción ni en la destrucción, excepto en la imaginación evocada de la realidad psíquica del ser humano terrestre y de los seres vivos extraterrestres a nivel interdimendional e hiperespacial cuyo desarrollo psíquico sea similar. Toda individualidad viva, pertenezca al reino que pertenezca, forma parte de un despliegue autodirigido sin mayor finalidad ni propósito que replegarse sobre sí misma llegado el momento adecuado, cumpliendo así con lo que tiene que hacer para que todo sea como es, formando parte del conjunto global, siempre determinado por su lugar específico en el linaje genealógico al que pertenece, siendo el eslabón cerrado que cumple con su función dentro de la cadena, hasta que un eslabón se rompa en discontinuidad, extinguiendo esa rama del árbol genealógico al que pertenece como extensión indefinida.



   La vida humana en el planeta tierra no es ni más ni menos importante que cualquier otra forma de vida, sea mineral, vegetal o animal. Cada individuo, cada componente, al igual que sucede con cada elemento, hace lo que tiene que hacer por impulso vital inconscienciado. Ese impulso conlleva una acción que a su vez genera varias reacciones. Cada reacción ocasiona nuevas acciones. Es un bucle cíclico cerrado que no lleva a ningún sitio. Únicamente da vueltas sobre sí mismo hasta que se detiene por sí mismo. La única diferencia con el ser humano terrestre (homo sapiens) es que puede volverse consciente de ello, pero eso no varía ni un ápice el cumplimiento de su función, sometido a continuas acciones y sus consiguientes reacciones. Esas acciones y reaaciones no son buenas ni malas, mejores ni peores, excepto para las valoraciones subjetivas humanas en su realidad psíquica que sirven de fuerza motriz para "girar la rueda". Son una inercia en movimiento que sigue activa mientras se retroalimenta con nuevas acciones y reacciones hasta que se detiene y extingue. No hay elección voluntaria posible que altere lo que es, aunque sí existe la ilusión imaginaria del poder virtual de la voluntad personal (lo volitivo) para cambiar las cosas, siendo la intensificación de esa ilusión la autotransformación. Cuando el individuo humano se vuelve consciente de verdad en su plenitud, siempre de manera espontánea y no buscada, inmediatamente evidencia el sinsentido de todo y sabe por aprehensión directa, con total discernimiento, que ese sinsentido no desemboca en intento alguno de crear un sentido artificial y luego creer en él (iluminación, automejoramiento, comprensión, evolución espiritual, inmortalidad del alma o el espíritu, supervivencia postmortem, ascensión divinizada, así como premios celestiales o castigos infernales, donde se incluye la reencarnación del alma o el espíritu), sino en la autoextinción discernida. Esa autoextinción discernida solo tiene lugar cuando el individuo no desarrolla el impulso vital de la procreación.



   La ley de los sietes de siete es como la triple configuración: un mapa-modelo metamákgico aproximativo, cual cartografía orientativa que usa el ser humano metamago potencial para entender su propia naturaleza de la manera más cercana posible y adaptada a las limitaciones cognitivas y lingüísticas inherentes a su manifestación existencial. Al igual que sucede con el tres, el siete vuelve a ser un número arbitrario aunque resonante con muchas concepciones esoterocultistas, que nos ayuda a entender y contextualizar el desarrollo y finalidad de la vida humana, a través de siete etapas de siete años cada etapa. Las tres primeras son para el desarrollo vital de los tres cuerpos y las tres segundas son de desdoblamiento inverso por los tres cuerpos. Si bien el desarrollo vital son acontecimientos automatizados para todos los seres humanos que viven hasta los 21 años de edad, no obstante los tres desdoblamientos inversos pueden ser en conscienciación o inconscienciación. El hecho y acto que define la cualidad de los tres desdoblamientos inversos es la intención voluntaria de tener descendencia (procrear) o de autoextinción discernida (no procrear). El hecho de no tener descendencia por motivos ajenos a la intención voluntaria de tenerla no cuenta, aunque es saneadora. Cada vez que no se tiene descendencia por motivos ajenos a la voluntad de tenerla (se quiere pero no se puede por el motivo que sea) el árbol genealógico se sanea. La única forma de facilitar la detención de la inercia acción-reacción es mediante la autoextinción discernida o cerrar conscientemente la rama del árbol genealógico al que se pertenece, al no sentir jamás ni el más mínimo impulso por procrear.



PRIMER SIETE DE SIETES

De los 0 a los 7

   Desarrollo reordenado de los patrones disfuncionales desintegrados en los árboles genealógicos paterno (23 cromosomas) y materno (23 cromosomas) en forma de cuerpo emocional o contenidos empíricos a obtener y reintegrar en su totalidad o transferir a la siguiente generación tras la procreación. Solo se reintegran cuando se hace conscientemente, sin procrear, mediante la infertilidad selectiva elegida voluntariamente durante los desdoblamientos en conscienciación y la liberación definitiva. El primer siete de sietes es el desarrollo metafísico. La nueva reencarnación del linaje metagenealógico donde se produjo la procreación en inconscienciación empieza su recorrido por los contenidos empíricos desintegrados.



SEGUNDO SIETE DE SIETES

De los 7 a los 14

   Desarrollo implícito (condicionado por los patrones disfuncionales desintegrados) y explícito (condicionado por las creencias del entorno) de una identidad personal y un sistema operativo de creencias en forma de cuerpo mental conformado por las actitudes (conscientes e inconscientes), el comportamiento, la conducta, el carácter y la personalidad (junto con todo lo asociado o relacionado). El segundo siete de sietes es el desarrollo psíquico. El cuerpo mental funciona igual que cualquier juego de rol en vivo. El sujeto construye un personaje con todas sus características y atributos que luego encarnará el resto de su vida. No hay diferencia en esencia: todo personaje es ficticio y no tiene entidad real. Únicamente sirve para interpretar y escenificar.



TERCER SIETE DE SIETES

De los 14 a los 21

   Desarrollo biológico completado de la estructura celular que reencarna metagenealógicamente los patrones disfuncionales desintegrados, en forma de cuerpo celular manifestado materialmente y por tanto, el único visible a nivel objetivo. Tras completar esta etapa el sujeto queda atrapado en la limitación, la ignorancia y el desconocimiento, lo cual implica funcionar neurológicamente con actitudes automatizadas en inconscienciación (zombificación). Esto significa que el individuo pierde la capacidad para ver su estructura metagenealógica condicionando su estructura psicogenealógica y por tanto se vuelve incapaz de identificar la causalidad correlativa. El tercer siete de sietes es el desarrollo físico.



CUARTO SIETE DE SIETES

De los 21 a los 28

   Desdoblamiento inverso por el cuerpo celular. Únicamente las tres etapas anteriores de desarrollo son iguales (excepto cuando se producen trastornos y discapacidades). A partir de aquí todo es opcional y dependerá de las decisiones tomadas por cada individuo. Los tres desdoblamientos inversos pueden suceder en conscienciación o en inconscienciación (la diferencia radica en la procreación y las tendencias inerciales del sujeto). Esta primera etapa en desdoblamiento inverso es para explorar el cuerpo celular y su desarrollo físico. Los intereses que mueven y se despiertan indican la orientación de esa vida.



QUINTO SIETE DE SIETES

De los 28 a los 35

   Desdoblamiento inverso por el cuerpo mental. Si todavía no se ha procreado (y tampoco hay intención de hacerlo) llega el momento cumbre de la exploración psíquica profunda para alcanzar la desidentificación impersonal, diseñando conscientemente personajes que operarán metamákgicamente en la realidad objetiva, desde las realidades subjetivas de las cuales el sujeto se vuelve consciente tras un proceso de autoindagación introspectiva que dio comienzo en la etapa anterior. Empieza el entrenamiento para dominar la acreencia y la metacreencia, diseñando metamákgicamente personajes subordinados que cumplirán funciones operativas.



SEXTO SIETE DE SIETES

De los 35 a los 42

   Desdoblamiento inverso por el cuerpo emocional. Esta etapa es la más difícil de todas, pues el sujeto se enfrenta a todos los contenidos empíricos no obtenidos metagenealógicamente en el linaje heredado. Solo consigue superarla si sostiene sobre sí el contenido emocional desintegrado (los patrones disfuncionales de ambos árboles genealógicos combinados) sin transferirlo. Si lo consigue y no procrea puede optar a completar su liberación definitiva. Si no lo consigue y procrea entonces reencarna ese contenido emocional desintegrado. Durante los primeros dos años (si se completaron los otros desdoblamientos inversos) el sujeto evidencia la verdadera naturaleza metafísica de la realidad como Presencia Consciente.



SÉPTIMO SIETE DE SIETES 

De los 42 a los 49

   La Liberación Definitiva. Esta última etapa solo sucede si se completaron correctamente los tres desdoblamientos inversos en conscienciación (físico, psíquico y metafísico). Al reintegrar todas las emociones desintegradas los patrones disfuncionales se disuelven y la triple estructura de la realidad humana también lo hace tras la muerte del sujeto, alcanzando la Apoteosis como Presencia Consciente. Si no sucede entonces la zombificación continúa tras la muerte al reordenarse los patrones disfuncionales reencarnando en la descendencia procreada o reordenándose en cualquier otro contexto similar a nivel frecuencial vibratorio.